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Parmalat: una historia de innovación

Desde hace sesenta años dedicados a la producción de leche y sus derivados y a la investigación para el bienestar de los consumidores

La conexión de Parma con la leche se remonta al siglo IX, cuando los frailes recobraron tierras pantanosas y las transformaron en prados ideales para la cría de ganado. La producción de leche y sus derivados se ha desarrollado con el tiempo, hasta tal punto que en el siglo veinte la zona se ha hecho conocida por su producción especializada de leche y sus derivados. En mil novecientos sesenta y uno, en Collecchio, nació Parmalat, que revolucionó el planeta de la leche con el lanzamiento de productos renovadores.

Siempre el primero

En mil novecientos sesenta y cinco fue la primera empresa italiana en generar leche de larga duración, al paso que en mil novecientos sesenta y ocho lanzó Zymil, una leche sin lactosa de alta digestibilidad. En mil novecientos sesenta y nueve, el tratamiento UHT asimismo se aplicó por vez primera a la crema y nació Jefe, un ingrediente ideal para preparar platos y recetas del día tras día.

Otra innovación en dos mil uno es Puroblu, leche que conserva más tiempo merced al empleo de la tecnología de microfiltración, completada por el envasado en la característica botella azul que resguarda mejor con el tiempo. En dos mil ocho nació el youghourt sin lactosa y en dos mil diecisiete la primera línea plenamente orgánica. Aun en el envasado, Parmalat ha dado grandes pasos: en mil novecientos sesenta y dos fue la primera empresa en ofrecer leche en tetraedros de cartón encerado, y el día de hoy emplea botellas de plástico. 50% animal reciclado, el máximo autorizado por la ley italiana.

Un trago es suficiente cada mañana

Aún con la meta de contribuir al bienestar de los usuarios, la última innovación presentada en dos mil veintiuno es el leche fortificada con vitamina D. Famosa como vitamina del sol, es la substancia responsable de regular el metabolismo del calcio y la salud ósea. Las poblaciones en el planeta industrial occidental sufren deficiencias crónicas y la situación ha empeorado aun a lo largo del confinamiento domiciliario prolongado debido a la pandemia.
«La falta efectivamente se cura con una mayor exposición al sol, mas asimismo con una dieta variada y equilibrada», explica. Annamaria Colao, endocrinóloga y maestra de educación sanitaria y desarrollo sustentable en la Universidad Federico II de Nápoles. «Se halla, por poner un ejemplo, en el pescado, los huevos, ciertas verduras y la leche». Esto último con el beneficio de ser un comestible diario para muchos. Por consiguiente, la leche con vitamina liposoluble D facilita la ingesta de la cantidad precisa. Además de esto -concluye el maestro Colao- su composición la hace en especial conveniente para el transporte de la molécula, contribuyendo al bienestar de la población con un simple ademán como tomar una taza de leche todas y cada una de las mañanas ”. Eso es suficiente.