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Gran Premio de Monza: dónde comer bien

La Fórmula 1 es un escenario internacional para una urbe que asimismo ofrece mucho desde el punto de vista gastronómico. Acá hallarás una pequeña guía para los que están en la urbe.

Los Monzesi lo detestan o bien lo adoran. El Gran Premio de F1 no puede dejarte indiferente y aparta a los extremistas del circuito de los que sencillamente no pueden aguantarlo. Lógicamente, la Fórmula 1 es la tarjeta de presentación de la urbe en el planeta, y Los apasionados vienen de todo el planeta para acudir al acontecimiento..

Pero Monza no es solo el Gran Premio: quienes lleguen a la urbe esta vez (y en otras) pueden ampliar la mirada y darse el gusto de un viaje a una urbe que merece la pena ver. Quizá aun tome un exquisito reposo para comer algo bueno.

Caminar cerca de la ciudad

Sin olvidar que el propio hipódromo, construido en mil novecientos veintidos, puede ser considerado monumento, la visita se comienza desde el Parque, el mayor de los parques vallados de Europa, y desde el Villa Real, pieza maestra de elegancia y simetría del siglo XVIII, vivienda de verano de los Habsburgo primero y después de la familia Saboya. Mas la reina por antonomasia de Monza no pertenece a ninguna de estas familias nobles: es Theodolindus, reina de los lombardos y creador, conforme la historia legendaria, de la urbe. La capilla dedicada a él, en el crucero de la catedral, merece ser visitada con calma y atención: por la belleza y la riqueza de los frescos que la decoran, obra de los Zavattari, y pues en su interior se conserva un tesoro hermoso para el arte, la historia y la fe. La corona de hierro, cuyo valor va mucho alén del de las planchas de oro, piedras hermosas y piedras hermosas que lo componen: en su interior, golpeado para formar un círculo, hay un clavo, que la tradición identifica con el ‘de los que se emplearon para la Crucifixión de Cristo’. El «hierro» que da nombre a la joya la transforma en una reliquia, empleada para las coronaciones de reyes y emperadores, de Carlomagno a Napoleón: «Dios me lo dio, uy de los que lo toquen» es la oración más que insigne que pronuncia el Grand Cours mientras que se ajusta la corona. La visita no acaba ahí: sigue con la catedral y su museo, rico en descubrimientos lombardos, y con un camino por el centro histórico, entre las bellezas de monumentos como el Arengario y el Ponte dei Leoni.

Finalmente en la mesa

Las pruebas, la carrera, un camino por la urbe, lo único que falta es buena comida. Y Monza tampoco da marcha atrás en este frente: la urbe y los pueblos vecinos, en Brianza, saben acoger a quien lo quiere en un sinfín de lugares diferentes, para todos y cada uno de los gustos y todos y cada uno de los bolsillos. No obstante, ciertos restaurants están vinculados a la tradición y la historia del Gran Premio. Este es el caso de Restaurant Fossati a Canonica Lambro, una vez muy popular entre los pilotos. «Ahora las cosas han alterado, los pilotos están en una suerte de ‘burbuja’, una campana de cristal, mas hasta hace poco veíamos caras conocidas de Fórmula 1 en nuestras mesas», explica Gloria Fossati, que continúa: «Los pilotos de antaño no eran superestrellas como los futbolistas de el día de hoy, eran personas muy reservadas, que debían respetar reglas muy estrictas, venían, comían sin demasiadas intenciones, entonces se dormían enseguida ”. Atletas de veras, siempre y en toda circunstancia libres para una fotografía, siempre y en toda circunstancia simpáticos. Mas no es preciso conducir un turismo de carreras para poder degustar la calma de este rincón verde de Brianza, a pocos minutos en turismo del hipódromo, y saborear los sabores propios de la gastronomía local que ofrece Restaurant Fossati.: Embutidos y quesos. , risotto amarillo con luganega, la habitual salchicha de Monza, o bien ossobuco, en un menú que cambia con las estaciones mas que seguro que satisfará a los sibaritas.

El punto de referencia de la urbe para la Fórmula 1 y más allí está aquí‘Municipalidad, con su restorán Derby Grill. “Desde hace más de sesenta años – revelan los hermanos Gigi y Tony Nardi – hemos estado dando la bienvenida a pilotos y cronistas, y a lo largo de la semana del Gran Premio, para asegurar su privacidad, cerramos la estructura a los extranjeros”. De esta forma, durante los años, el hotel ha acogido a celebridades como Niki Lauda o bien Michael Schumacher, subir a Kimi Raikkonen o bien Lewis Hamilton. Para aguzar los paladares VIP, la cocina del chef Fabio Silva, que ofrece especialidades en las que charlan tanto la tradición lombarda como los orígenes campanianos del chef, todos unidos por un toque de internacionalidad. Y este año, el restorán asimismo continuará abierto a clientes del servicio externos.

El vínculo con el hipódromo asimismo es muy estrecho para Villa Real, restaurante, pizzería y barbacoa, donde los directivos de carrera y los jueces de carrera, italianos y extranjeros, están en casa: “vienen de año en año con el personal – explica Mario Galbiati, dueño del club – para el Gran Premio y más allí. Trabajamos considerablemente más para otras carreras, como Histórica o bien Blancpain, mas se puede hacer pues el GP es el motor. En estas ocasiones asisten a nosotros todos y cada uno de los profesionales, desde camioneros hasta electricistas y personal de catering. Desafortunadamente, a lo largo del GP desapareció la afición como anteriormente queríamos: el día de hoy la afición viene en helicóptero o bien en mochila, estos son extremos opuestos, ya no hay los que vinieron de Alemania o bien de Suiza y pasaron el fin de semana acá. . Mi padre nos cuenta que en la década de mil novecientos setenta vinieron de Suiza para poder ver Arcilla Regazzoni: un conjunto era su convidado frecuente en la Trattoria Mercato. Les adquirió billetes, llegaron el día precedente, comieron, tomaron, se quedaron toda la noche, y al día después fueron a ver la carrera, no sabemos exactamente en qué condiciones. No obstante, ahora hay clientes del servicio que reservan un mes ya antes. Tenemos la fortuna de estar cerca de muchos hoteles que no tienen restaurante: recogemos clientes del servicio y los llevamos a comer. No solo eso: a lo largo del año asistimos a muchos establos con sus compras, o bien les ofrecimos servicios de catering ”. En suma, una relación muy angosta con el planeta de las carreras, dictada asimismo por la cercanía del parque.

Muy cerca de la puerta del parque de Monza asimismo se halla Laquolina en Vedano al Lambro, pizzería, muy práctica para el Gran Premio. Un local multifuncional, que sirve como bar desde el desayuno hasta el Happy hour, que ofrece almuerzos al mediodía, y que aparte de (geniales) pizzas ofrece especialidades de la cocina italiana y deliciosas carnes a la brasa. La preocupación por la calidad y lozanía de las materias primas, el dinamismo en la cocina, la cortesía y la afabilidad lo transforman en un auténtico referente. Por no charlar de una larga lista de vinos y cervezas, italianas y extranjeras, con la mirada puesta en las especialidades de temporada. ¿Un consejo? ¡No te pierdas las hamburguesas!

En el centro de Monza, muy frecuentado por los amantes del pescado, la tierra resalta por su cocina gastronómica con una clara vocación siciliana, que hace con mimo y dedicación por la familia Butticè. Mas con ocasión del GP, los sabores se distancian del mar de la isla, y se aproximan a la tradición emiliana, con un menú de edición limitada dedicado a Enzo Ferrari: «Con este menú deseamos rememorar con cariño a un genio de los motores, mas asimismo a un sibarita apasionado: en ocasiones se entregaba a la rosquilla de la Sra. Rina, su ama de llaves, a quien le dedicamos el postre de la carta» afirma Vincenzo Butticè, al tiempo que su hermano Salvatore, chef del restorán, se hacía eco de él: “Ferrari ha corrido mucho mas jamás ha perseguido el placer de la mesa en el aparatoso sentido del término. Algunas veces se dejaba una buena tagliata a la plancha y jamón crudo de Módena, de ahí que escogemos el culatello de los hermanos Spigaroli, lo mejor de la tradición emiliana. Frecuentemente le agradaba comer con la pasta fresca rellena propia de Módena, el tortelli, acompañado de tomates crudos y albaca, que traspuso en botones de pasta con agua de tomate y Parmigiano Reggiano. Y después su amor, la sopa, un homenaje al gusto de las pequeñas cosas y las buenas costumbres ”.

Después de todo, la Fórmula 1 habla con acento emiliano, aun cuando los motores rugen en Monza. Para saborear lo tradicional, siéntese en una mesa nueva Osteria Vía Emilia: erbazzone, salami con albóndigas fritas y tigella, cappelletti en caldo, tagliatelle con salsa de carne, tortelli verde, lasaña, barzigole y albóndigas. Y para acabar la sopa inglesa o bien el irreprimible tigelle con nutella. No podemos desilusionarnos.

Pero Monza no se detiene ahí: para aquellos que deseen un bocadillo veloz mas sabrosísimo, hay Rápido, para los que deseen una pizza sibarita preparada con el mimo de las estrellas hay Eran pizzas, los que deseen tomar un monzese luganega lo hallarán en Carnicero de Parma, y aquellos que procuren una botella para brindar, van a tener muchas opciones enEnoteca Meregalli: este último siempre y en toda circunstancia ha sido una referencia para muchos equipos de Fórmula 1 y, todos los años, para el Gran Premio, se adorna con un escaparate dedicado al vehículo. Y asimismo reposterías, panaderías, restaurants tradicionales o bien contemporáneos, italianos o bien étnicos, en un escaparate gastronómico que confirma la identidad de una urbe por descubrir, aun fuera del hipódromo.

¡Navega por la galería de fotografías para poder ver a los vencedores de F1, los restaurants y sus exquisitos platos!